domingo, 26 de octubre de 2008

Dos Niños

Hay dos niños.
Entonces, un pequeño garage es una cancha de fútbol.
Entonces, un trapo revuelto es una pelota, y un árbol es un palo, que a ocho pasos del hermano más grande, transforma una remera en otro palo.
Entonces, por último, el más chiquitito es la Selección Nacional Argentina, y el más grande es Brasil, con Ronaldinho y todo, y a la hora de la leche se termina la final del Mundial.
Los niños empiezan a jugar.
Aaaaarrrrranca el partido. El grande le pega. Gol. Sin más, ya van uno a cero.
Cambio. El grande va al arco. Como siempre, después de cada gol se van turnando, es la técnica que inventó el más grande para que el chiquito no pierda y se ponga a llorar, como antes. Ahora siempre empatan, y todos contentos.
Por eso, ahora, le toca al mas chiquito. Le pega, le pega, le pega. No puede hacer el gol. El grande, había decidido no dejárselo hacer más, debía crecer, debía hacerlo por sus propios medios, que se lo gane.
Entonces chiquito pega y pega, pega y pega, desde las tres de la tarde hasta las cuatro y media, le pega y le pega pero el más grande es más grande y por eso ataja todo y no se puede hacerle gol.
Chiquito se empieza a enfurecer, y a las cinco se sigue empezando a enfurecer, sin poder hacer ningún gol.
El grande ya está un poco cansado, pero está decidido a seguir con el aprendizaje. Le dice "Chiquito, no seas tonto, tomá carrera y pegale con todas tus fuerzas. Se hace la hora de la leche y va a venir mamá y te vas a poner a llorar. Tomá carrera y pegale bien fuerte."
El chiquito obedece. Diez, quince, venite pasitos para atrás. Mira el arco. Escucha una cucharita dando vueltas en una taza, es mamá revolviendo la chocolatada. Tiempo de descuento. Tiene que ser ahora.
Arranca. Toma envión, sus piecitos van rápido, cada vez más, mucho más, se despegan del suelo, corren y corren, chiquito corre y vuela sobre el piso que se acerca a la pelota, como un avestruz, como un antílope volador, se transforma chiquito en mil tigres que van por un túnel invisible, a toda velocidad, al encuentro de una pelota, un trapo que espera el encuentro con el piecito y el encuentro ocurre, ocurre ahora y el trapo estalla en el aire, se abre como un trapo que se dirige a un árbol y lo envuelve y vuelven a estallar juntos, se destrozan en mil, en quincemil pedazos que agujerean la madera, que se llena de trapo, y la remera-palo también se despierta y se levanta y va al encuentro de lo que queda del árbol y el trapo,  y se abrazan los tres y se rompen y giran en un tornado de madera, trapo y remera veinte porciento polyester y ochenta porciento algohodón, y el garage también queda suspendido en el aire, las hojas del árbol se desprenden y caen bailando con los pedacitos de trapo y de remera de algohodón y polyester que se disparan contra el aserrín y finalemente caen poco a poco sobre la cabeza del más grande, que está mirando a su hermanito.
"Rompiste el árbol" - Le dice.
"Si, pero pegó ahì, y después entró" -dice el chiquito, algo exhausto
"Tenés razón. Empatamos" - Dice el grande, y antes que los llame la mamá, vuelven juntos a la casa. Seguro que ya está servida la chocolatada.

Un meo

Sábado 25 de octubre, 20 horas. Toca La Renga en Obras. Como siempre, nada de propagandas, nada de carteles en la calle. Sin embargo, el boca en boca lanza decenas de miles de personas a la calle, que se agolpan en la entrada para reclamar su lugar en el campo del estadio.
Por una callecita aledaña, cerca de la estación del tren, viene muy tranquilo Matías, con su cerveza que se mezcla con el sabor del envase de Cocacola sin etiqueta.
En la esquina, un policía lo ve venir e inmediatamente hace sonar su silbato. Matías se sorprende, no lo había visto. Tratando de que no lo vea, deja la cerveza contra un árbol.
- "Documentos, por favor"
- "Uhhh, que ganas de romper las bolas.." - Matías susurra en voz baja, para sí mismo.
- "¿Cómo dice?"
- "Nada, nada, ya te doy." - Las manos torpemente comienzan la búsqueda de algún improbable bolsillo en el pantaloncito de fútbol del mundial del '86, que a duras penas le llega a las rodillas. Los dedos sólo encuentran agujeros en la tela.
- "¿Tiene algún problema señor? Le pedí sus documentos."
- "Si, si. Justamente tengo algo que me molesta bastante acá adelante mío."
- "¿Me estás cargando pibe? No te conviene hacerte el boludo, la vas a pasar mal"
- "No, no, señor policía. Me refería al sol, que me pega en la cara,  y no me deja buscar eficazmente mis documentos."
- "Me da los documentos o lo llevo demorado, por averiguación de antecedentes."
- "¿Qué precisás conocer? Preguntá nomás, no hay drama."
- "Le repito señor, no se haga el vivo y proceda, me está empezando a cansar."
Matías por fin se da cuenta que no tiene ningún bolsillo.
- "Ahhh, ahora me acuerdo... Me los puse en las zapatillas, por el recital, ¿vio? Aunque por el olor a pata, sinceramente, no le recomiendaría..."
- "No me haga perder más tiempo. ¿Qué tiene en esa botella? ¿No sabe que no se puede tomar alcohol en la vía pública?"
- "No, no es cerveza, eh. Eees... eees..., es una muestra de orina, que llevo para el doctor."
- "¿Ah, si? ¿Y usted orina con toda esa espuma?"
- "Y si..., justamente por eso estaba llendo al doctor."
- "Usted me dijo que estaba llendo al recital."
- "Siii, si.. es que saqué consulta para hoy, y luego me llamó y me dijo que lo suspendíamos porque se venía a ver a La Renga. Y bueno, yo igual me vine para que me vea, por lo de la espuma, ¿vio?"
- "Señor, me lo voy a llevar demorado a la comisaría por consumo de alcohol en la vía pública y desacato a la autoridad. ¿Tiene alguna otra cosa que lo comprometa?"
- Si, obviamente. Traigo el anillo de casado. Mi mujer me mata si me lo saco. Es brava la petisa."
- "Responda por afirmativo o negativo. ¿Lleva drogas encima?"
- "Afuera del cuerpo, nada de nada."
- "Suba ahora mismo al vehículo."
- "¿No tiene un críquet?"
- "Veo que es usted un gracioso. La va a pasar muy mal. Lo voy a trasladar a la comisaría y permanecerá incomunicado por 48 hs. Personalmente me ocuparé usted."
En eso, se arma una revuelta en la avenida, a dos cuadras. Hay corridas y golpes, enfrentamientos con los oficiales. Le suena el handy al policía, le piden refuerzos. Éste sube al auto, y sale a toda velocidad en dirección al lugar de los hechos.
Matías agarra nuevamente la botella, toma un sorbo. Le da asco, se había calentado mucho.
Realmente parecía pis. La deja en la calle y enfila tranquilo para el recital.

domingo, 19 de octubre de 2008

La Historia

La historia es un recuerdo colectivo, imàgenes y sonidos en las mentes de la sociedad. Un libro, un relato, son representaciones de esa idea.
La historia, columna vertebral del presente, que se sostiene en el mismìsimo coxis de la memoria, gira y gira sobre sì misma como puliendo los resabios del olivido para callarlo definitivamente.
Es entonces un grito, un alarido desesperado y trascendental sobre el silencio, y es a la vez esperado, esperado por quienes sòlo podemos esperar aferrarnos a ella para no seguir desapareciendo.
Es un grito y es una oreja escuchadora, oh si, la historia es tambièn una oreja que escucha los susurros que vienen del futuro, y que rebotan en el pasado, adionde toman enviòn para su salto final clavando su pie en los pueblos presentes.
Los pueblos presentes: Predestinados a ser los ùnicos responsables de sostener el manto insoslayable de la historia. De todas las historias. De cada historia. De miles de historias, miles de serpentinas entrelazadas que se hilvanan en el imaginario popular, que se entretejen para formar el propio manto que abriga a los pueblos en los frìos màs crudos.
La historia, el interruptor para encender la mirada. La nafta para reconocerse.
Una bolsa llena de espejos, ya no de colores, sino de olores, de perfumes que deja el tiempo en las narices de los hombres. 
Si el hombre protege su historia, la historia promete proteger al hombre

Un perro

Un perro tiene los ojos en otra frecuencia lumìnica que un hombre. Entonces, en tanto perro, puede observar las ideas de los hombres, sus creencias, sus anhelos. Èstos son como pelotitas naranjas que te salen por la nuca y te rebotan en la cabeza. En cuanto el hombre deja de creer, de pensar, de recordar, la pelotita se le revienta en la frente como un huevo.
En algunas ocasiones, el perro ladra alarmado.
En otras, se acuesta a reflexionar.

Hombre

Hay dos hombros.
Uno de ellos naufraga por su brazo hasta llegar a una mano que sabe identificar al enemigo. Y sabe golpear, y sabe por qué golpear, y cuándo.
El otro hombro conoce el camino hasta otra mano, que construye y elabora lo que piensa la cabeza.
En la cabeza está la mente, como una cajonera de pensamientos, donde al ritmo en que la sangre roja entra y sale del corazón, los cajones de ideas entran y salen con astucia y alegría. 
Alegría tiene también en los pulmones, dos obreros organizados, concientes de su participación en el mundo-hombre, que regalan la plusvalía de aire al cuerpo entero.
En el pecho algo busca escapatoria desde adentro., tratando de salir, pero sólo consigue rasgarle un poco la camisa. Ese fuego interior está bien aprisionado, aunque siempre logra fugarse por los ojos, lanzando miradas profundas y furtivas de color negro.
De fuego también está hecho el tono de su voz, y las palabras que este hombre utiliza para agruparlas y combinarlas en oraciones que hierven como lava.
Cuando el hombre abre la boca hay un volcàn que habla. 
Las manos se recuestan a leer, los ojos se ponen a trabajar.
El volcàn habla, escribe y se pone a mirar.
La lava quema al enemigo.

Eh loco

- Eh loco, aguantame el fierro que le choreamo al quiosquito
- Recatate barrilete, ta la gorra en la esquina
- Eh, gato, dame el caño o te doy un viaje
- Eh, amigo, ta todo liso, hagamo asi, yo voy con el chumbo y vo habla. Nunca choreaste y se te escapa el tiro a vo gil.
- Y si viteh si se retoba lo quemo al viejo
- Pelotudo, el arma es de juguete
- Lo quemo igual
- ¿Y cómo lo quemás?
- Le pido un encendedor
- ¿Y si no te da?
- Le compro uno
- ¿Con qué plata?
- Y... con lo que choriemo
- AHhh, es cierto. Bueno vamos
- Vamos

lunes, 13 de octubre de 2008

Aquel Otro Árbol

De la tierra surge la hoja madre, enorme símbolo verde que prioriza antes que todo el nacimiento desde su vértebras de decenas de ramitas que confluyen y se integran en macizos pedazos de madera que con firmeza buscan la mejor posición para sostener al tronco, que señala la ubicación del cielo.

Un Árbol

De la tierra aparece el tronco, marrón oscuro, incrustado. A su alrededor surgen, entonces, las raíces de la tierra, que se vuelven a sumergir, repitiendo varias veces el procedimiento. Mientras tanto, el tronco mayor se sigue alzando poderoso hasta el cielo, desprendiendo de su cuerpo miles de ramas y ramitas de cualquier tamaño, a quienes no duda en encargar la custodia de la vida verde, que enfrentará al viento hasta que sea el propio tiempo quien exija su renacimiento.

El Día del Juicio Final

Soy una cucaracha. Estoy nadando. Ya hace tiempo que tuve que aprender a nadar. Todas las cucarachas hace tiempo tuvimos que aprendimos a nadar, al menos las que estamos vivas. Yo antes vivía en la basura de la ciudad. Otras como yo tenían su nidito en el nidito de algún hombre.
El hombre, asesinado por el hombre. El hombre, el que no pudo soportar el agua, ese día que empezó a llover al revés, de abajo para arriba, ese día que desde los mares venía el agua a los ríos, de los ríos a las cloacas, de las cloacas a las ciudades, de las calles hasta las nubes. Al revés.
El hombre ya sabía nadar, pero no le servía, necesitaba tomar agua, y ya no había agua para tomar, sólo había agua para nadar.
Y muchos nadaron. Y muchos otros murieron. Y luego murieron los nadadores.
Y quedamos nosotras, las cucarachas nadando.

Ahora estoy alrededor del agua, sigo nadando.
Estoy sola, pero de lejos veo a otra cucaracha. Me acerco y veo que está sobre un pedazo de tierra. Es la primera vez en años que veo un poco de tierra.
Cuando llego la miro, le quiero preguntar dónde estamos, si por fin hemos llegado a algún lado, pero ella habla primero.
Me comenta que estamos muertas.