Entonces, un pequeño garage es una cancha de fútbol.
Entonces, un trapo revuelto es una pelota, y un árbol es un palo, que a ocho pasos del hermano más grande, transforma una remera en otro palo.
Entonces, por último, el más chiquitito es la Selección Nacional Argentina, y el más grande es Brasil, con Ronaldinho y todo, y a la hora de la leche se termina la final del Mundial.
Los niños empiezan a jugar.
Aaaaarrrrranca el partido. El grande le pega. Gol. Sin más, ya van uno a cero.
Cambio. El grande va al arco. Como siempre, después de cada gol se van turnando, es la técnica que inventó el más grande para que el chiquito no pierda y se ponga a llorar, como antes. Ahora siempre empatan, y todos contentos.
Por eso, ahora, le toca al mas chiquito. Le pega, le pega, le pega. No puede hacer el gol. El grande, había decidido no dejárselo hacer más, debía crecer, debía hacerlo por sus propios medios, que se lo gane.
Entonces chiquito pega y pega, pega y pega, desde las tres de la tarde hasta las cuatro y media, le pega y le pega pero el más grande es más grande y por eso ataja todo y no se puede hacerle gol.
Chiquito se empieza a enfurecer, y a las cinco se sigue empezando a enfurecer, sin poder hacer ningún gol.
El grande ya está un poco cansado, pero está decidido a seguir con el aprendizaje. Le dice "Chiquito, no seas tonto, tomá carrera y pegale con todas tus fuerzas. Se hace la hora de la leche y va a venir mamá y te vas a poner a llorar. Tomá carrera y pegale bien fuerte."
El chiquito obedece. Diez, quince, venite pasitos para atrás. Mira el arco. Escucha una cucharita dando vueltas en una taza, es mamá revolviendo la chocolatada. Tiempo de descuento. Tiene que ser ahora.
Arranca. Toma envión, sus piecitos van rápido, cada vez más, mucho más, se despegan del suelo, corren y corren, chiquito corre y vuela sobre el piso que se acerca a la pelota, como un avestruz, como un antílope volador, se transforma chiquito en mil tigres que van por un túnel invisible, a toda velocidad, al encuentro de una pelota, un trapo que espera el encuentro con el piecito y el encuentro ocurre, ocurre ahora y el trapo estalla en el aire, se abre como un trapo que se dirige a un árbol y lo envuelve y vuelven a estallar juntos, se destrozan en mil, en quincemil pedazos que agujerean la madera, que se llena de trapo, y la remera-palo también se despierta y se levanta y va al encuentro de lo que queda del árbol y el trapo, y se abrazan los tres y se rompen y giran en un tornado de madera, trapo y remera veinte porciento polyester y ochenta porciento algohodón, y el garage también queda suspendido en el aire, las hojas del árbol se desprenden y caen bailando con los pedacitos de trapo y de remera de algohodón y polyester que se disparan contra el aserrín y finalemente caen poco a poco sobre la cabeza del más grande, que está mirando a su hermanito.
"Rompiste el árbol" - Le dice.
"Si, pero pegó ahì, y después entró" -dice el chiquito, algo exhausto
"Tenés razón. Empatamos" - Dice el grande, y antes que los llame la mamá, vuelven juntos a la casa. Seguro que ya está servida la chocolatada.