viernes, 29 de junio de 2012

el diablo para mí

no creo que el diablo exista
pero tampoco podría asegurarlo (quién podría?)
entonces puedo imaginarlo (quién no podría?)
y cuando me lo imagino
no veo a un tipo rojo
rodeado de fuego
cornudo
con cola de escorpión
con patas de cabra
y lengua de boa
ni un ser monstruoso
manejando su tridente  
con violencia furiosa

nada de eso
me imagino a un tipo sencillo, sentado
que debe venir pronto
a valorar los actos de tu vida
a reconocerte tus logros
y penalizarte por tus fallas
para dar su verdicto
su juicio final

y no viene
no viene nunca
se olvida de vos
para siempre

No sirve para

El amor no sirve para
si así fuera, sería muy fácil que
en cambio lo que ocurre siempre es
y así no uno no
no puede terminar ni una

Salir

A dónde me puedo ir ahora si estoy anulado para salir
para salir con los pies me refiero
pero me quiero escapar distinto
huirme de acá, de esta hoja
me quiero disparar verticalmente
atravesar el plano del papel
como una semirrecta abyecta, y clavarme
clavarme o por qué no 

atravesar al aire por entremedio de tu cara
entrar por tu boca, por tu nariz o por tus ojos
según de cómo me andés leyendo
dejarme transportar por tu sangre entubada
electrificarme con tus neuronas
y salir escupido por las orejas
bañado de cera salir disparado al sol
o fundirme sino con una nube
y ahí quedarme
quedarme un tiempo tranquilo en una nube
un mes ponele, o dos,
tres meses a lo sumo,
y luego sí,
luego sí cuando me sienta bien de nuevo
cuando me sienta relajado, tranquilo,
cuando la nube lo disponga
lloverme por toda la tierra
volverme a este mismo poema en forma de gota
mojar al poema
deformarle algún versito
pero además estar esparcido,
diseminado por toda la ciudad
desparramarme también por el conurbano
y partir también hacia las colinas
alimentar a las plantitas con alguna frase
visitar las flores, entrar en su perfume
y ahí cuando me susurre alguna florecita
el secreto íntimo de su color
me pondré a reposar bajo su pétalo
acurrucado
hecho gotita
y el poema ya todo mojado
dejará de ser legible
para quien intente leer letras
letras solamente

sábado, 23 de junio de 2012

Tengo sueño

Me voy a dormir
No me quedo más acá
Se me cierra todo
los ojos, la mente, el corazón
se me cierran los pelos
se me meten adentro de las orejas
se me adentra la cabeza por el cuello
como una tortuga
me quedo todo para adentro, todo caparazón
esperando desmayar
esperando que mi otro yo tome las riendas de mis pensamientos
que mis ojos se olviden de ese techo inmóvil
y me lleven de viaje por un sueño insondable
me transporten por ese cilindro invisible
por donde suben y bajan mis subconsciencias
por donde mis actos fallidos me saludan
y veo pasar a mis vicios, los tics de mi cara, 

veo pasar a mi suerte
y cuando ya esté bien adentrado en el sueño
cuando ni siquiera sepa ya que estoy durmiendo
me miraré de nuevo
observaré mi cuerpo recostado
y recordaré que sigo siendo una tortuga

jueves, 21 de junio de 2012

Ay matecito

Mate con mate, mate matienzo calientito, ay matecito verdoso meteme un oso por la garganta como vos sabés, infiltrame tus venas de la tierra y convertime la panza en una cueva de osos, en un rito sagrado lleno de musgos cálidos, de cosquillas verticales que bajan a la gran olla popular de los osos que están festejando un nuevo encuentro, donde las manos se acarician de a pares para transferirse el poder del mate, donde la bombilla nos alumbra la boca, y por esa manguera de metal viaja nuestro continente entero con toda su gente, nos acaricia por adentro y se recuesta adentro del alma. Ay mate matecito, no seas amargo, cebate un ídem.

perinola


Aquél árbol es una perinola, 
Aquellos ojos son de lechuza
Alrededor juegan los pequeñuelos
Futuros dinerofantes
El árbol perinola rodará y les tirará su suerte
Inseminará a los diseminados
La fruta de la realidad
Ágrafa y sin símbolo
El árbol a cada uno le plantará su fruto de agujero
En su mente, un hueco en su mente
Y yo les grito desde el mío
Hablemos del agujero
Mientras estamos acá,
con el pino en la mano,
entre estas calles almendradas,
mientras nos miramos
charlemos de nuestro hueco

sábado, 16 de junio de 2012

Los broches en mi terraza

Los broches en mi terraza se me escapan, se me desmultiplican, hay cada vez menos y raro sería que haya por mi barrio algún ratero de broches o que el gato malo del vecino se enzañe tanto conmigo como para cometer semejantes arrebatos permanentes, y tan teledirigidos. Todo broche, y todo lo que parezca a broche, o se use como broche va desapareciendo paulatinamente de mi terraza. Probé con todo lo que te puedas imaginar: Perchas, alfileres de gancho, gomitas, hilo dental, alambres. Hasta probé colgar las medias pegándolas con cinta de la pared. Y desaparecieron las cintas, mas no las medias, y afortunadamente tampoco la pared.

Una vez me cansé y a una remera la até a la soga directamente, es decir, sin ningún intermediario que pudiese esfumarse, sino con nudos construidos sobre la propia tela, sin interesarme en la inevitable posterior rugosidad de la remera, y aún sabiendo con seguridad que la porción de remera que participara del nudo jamás podría secarse ya que para ese sector el mundo consistiría únicamente en una oscuridad retorcida, un ambiente por demás hostil lleno de humedad ensimismada. Bueno, cometí esta estupidez que detallo porque estaba cansado. Y dejé la remera secar todo el día. Y a la mañana siguiente subí a mi terraza y estaba allí la remera, en el piso, sucia y toda arrugada. Ya nada la sostenía. Ya no estaba atada. La remera estaba completa. Pero el nudo había desaparecido.

miércoles, 6 de junio de 2012

Digo yo

Digo yo, ¿será posible que la vida me haga la misma de la forma opuesta?

martes, 5 de junio de 2012

La luna en mi parque

De noche siempre me escapo de mi casa al parque porque ahí uno siente que se siente conectado con el pasto, ya voy a explicar mejor por qué, pero lo cierto es que los árboles te rodean y se colocan cada vez en un lugar distinto, maravilloso, inmejorable. Las noches de viento aletean y saludan a la luna. La luna siempre está en este parque, la mayoría de las veces contemplando todo desde su techo, pero de vez en cuando se aburre de su lejanía y se viene a guarecer en algún hormigero de por acá.
Y yo voy al parque por eso, voy a buscar a la luna, a pedirle que vuelva al cielo. Tremendo escenario te pusieron, le digo, como para andar ahí abajo escondiéndose a secretear con los insectos. Por supuesto que nunca recibo respuesta, sería un loco si creyera que la luna le va a hablar a uno así nomás, pero créanme que una vez la ví de lejos en el horizonte del parque. Las hormigas la estaban transportando de a pedacitos a su tribu subterránea. Y claro, porque sería un disparate pensar que el redondel pudiera alojarse entero debajo del parque, y menos aún de pasar sin más por el agujerito mínimo de la entrada a la tierra.
No no, la luna es seccionada cuidadosamente por las hormigas todas, y cada cual lleva en su lomo un pedazo de ese rostro gigante, el rostro iluminado de la luna poeta, la llevan en fila como si fueran las letras brillantes de un poema escandaloso, destinadas a cantarle la canción mejor de todas a su reina.
Es por eso que cuando la luna no aparece en mi cielo la voy a buscar ahí, a mi parque.
Ahí se esconde siempre la luna, en las noches de hormigas llenas