sábado, 31 de mayo de 2014

Clamo

Denunciar lo icónico de los intervíncluos 
eso yo requiero
Requisito grandote el mío
negruzco blanquecino y digo ardilla diezmada 
y digo diamantes de marfil la agujereaban
a cuáles, a qué quiénes?
A la mansa manzana sana
A la cicuta de ricota 
A la misma miasma que me desnuca
Que me pisa hasta el piso
Que me redunda el nudo
Y me aprieta fogoso y feroz
Y desairado canto mi cántico
Vengan a mí
filosos acutángulos
Que me vengo a vengar
De sus ansias de fragancias
De su cuchara interrogante
De su válvula balbuceante

Silvia Pérez Ludovico

Silvia Pérez Ludovico ya está en el cine. El asiento catorce no está vacío, el quince sí.
Unos ojos nuevos llegan y revisan los asientos, del uno al tres.
Mientras tanto otros ojos, nerviosos, revisan el dieciséis y el diecisiete.
Los anteriores ojos avanzan al cuatro y al seis, y los de recién se pasan del veintiuno y comienzan a saltear, veintitrés, veintisiete, veintitanto...

Una señora pide silencio: los pasos causan mucho ruido, la película hombre, la película.
El hombre está en el cine, debe hacer silencio.
El hombre está en el cine, sus ojos deletrean asientos.
El hombre está en el cine.
Silvia Pérez Ludovico ya no.

delineando estrategias

de cómo eliminar tu oniria redundante
de cómo espantar tu canto de la siesta
de salirme de tu nariz entrometida

saber para qué puede ayudar...
y me hace preguntar
a husmearme vendrás?
a olfatear mi mala suerte capaz
abrazaré pues una parrilla humeante
y ya con hedor a morcilla
estaré listo, perfumado contra la fantasía

(lo que puede no ayudar, lo que obliga a preguntar...)

saber por qué puede ayudar...
serán manías?
energías colaterales de tu brillo?
tu devastadora curiosidad, de a momentitos?
preguntarse aquí casi no vale
lo que vale es sólo escudarse
y me lo digo así de desarmado
así de desnudo me lo digo
esquelético y enfrentado a las motosierras esas, las tuyas

(no ayuda a ayudar, me maniata y me pregunta más...)

lo qué?
lo de aparecer, manifestarse,
mostrarse, presentarse,
emerger, exhibirse,
apersonarse, surgir, brotar
dejarse ver
hacerse ver
en ajenísimas comarcas
mi modorra, sin más ni menos
vos en mi modorra

(sirve de inservible al menos, y vienen más y más...)

y cómo funciona?
demasiado real, principalmente
consciente? no se
premeditado? no se
meditado? no se
medido? no
pero por ejemplo ilimitado
pero por ilimitado

Por?
y ahora qué?
saber quién?
...
dale chiste
dale que me río dulce

Lo descrito

Vuelco contigo si me inclino
si muero en diagonal y resurjo por tu ombligo
Desde huracanes secretos hasta la piel
colchonetas de felpudos de bienvenida
que me abrazan cuando llego, de vos en vos
con mi cabeza mirándote de cerca
mientras el día está haciendo frío
nosotros hacemos el calor
sale humo de unos dedos
sale fuego del paisaje
las yemas trazan senderitos
arde y arde más todo un monte cicatrizado
y rasguñan los atajos picantes
y nos sembramos y cosechamos
y nos retorcemos y nos erizamos
saturamos de venas descompuestas
colmamos de vértigo la sangre
salen viajes desde adentro
brotan exploraciones de escondites
Y se catapultan catapultas de estar juntos
Pero cuando no hay catapultas de catapultas
Ni exploraciones ni escondites
Ni vértigo ni monte
Ni dedos ni erizos
Cuando no hay felpudos de bienvenida
No puedo inclinarme a morir en diagonal para surgirte del ombligo
Me declino, en cambio
Me acurruco, en vez
Y trazo estos signos 
que extrañan lo descrito.

Se juntó

Se juntó, dicen, aquel corazón de trizas con un alma de cristal molido. 
El corazón ya lo ves, aleteando como puede para equilibrar el avance pretendido con su pico de tucán. Buscaba las semillas más secas, las flores más venenosas el corazón aquél. Así, decía, uno late distraído, acumulando poco a poco las mentiras necesarias para pasar el invierno.
Y el alma por entremedio se reía de sus tristezas pues decía (entre llantos...) así: "Que el desatino embotellado cosquillas le hace a mi esqueleto, esa frágil cárcel de alegrías desertoras".

Si generara gente rara este andamio literario, o si no lo hiciera al abrir puntuaciones al lector leyente, se preguntara: ¿Y si cerrara, será rara?
Nada de rara diría la gente y no mientás respondería el relato
"Te veo y te modifico la cara" - diría el relato
Y aquél ojo despojado ya de mentir, que recién se cobijaba en la ceja prolija, ya queda desnudo, húmedo y sin abrigo, bajo el entrecejo fruncido de una cara (ya fue dicho) modificada...

domingo, 11 de mayo de 2014

Palabrota

Palabrota, palabra que brota
por entre la tierra y sus matas matadas
brota la pala, potra la bala
ya que como un tiro surge del marrón hueco del planeta
ya que su sangre de hormiga se yergue desprejuiciada
admitiendo su metropolitana geografía
y chillando a ese viento hecho de palomas
que ha surgido aquí este consejo nuevo de la Tierra
esta pala suspendida y vecina de las regaderas
ha apresurado a esos desprevenidos
maniquíes vivos hechos de corbatas
a quienes la felicidad les haya sido
lo más imposible que les hubiera ocurrido
esta frondosa pala de pétalo único
a quien deberán regarla sólo y sólamente
con palabras de agua, palabras líquidas y transparentes
que rocíen y traspasen los costados de su cuerpo
y por todo cambio brindará ella su aroma
ese hechizo de follaje crudo
que dará tus dolores
todos tus dolores
por inciertos y borrosos

viernes, 9 de mayo de 2014

¿Quién es la Bruja Malhuba?

Una sóla vez he escrito su nombre, y en una única ocasión he hablado de ella. No es que no la tenga muy presente, de hecho desde su primer aparición en mi vida, ha sido en variadas ocasiones una vertiginosa acompañante en los senderos de mi pensamiento. Sin embargo, esta es la primera oportunidad en que me he decidido a dar a luz su existencia para quienes no hayan tenido la fortuna, o tal vez el desaire, de haber notado aún su presencia.

No pido que todos aquellos que esto lean den por hecho su existencia; sé muy bien que entre ellos habrá creyentes que reconozcan a la Bruja entre sus designios consejeros, habrá agnósticos que guarden sin pasiones ni riesgos una paciente esperanza, ateos que me acusen de falso e injurioso, y por último, habrá quienes profesen la más salvaje de las barbaridades, la Indiferencia.

La Bruja sabrá cómo reconocer a los unos y a los otros, y es ella la que sabrá presentar sus virtudes y vilezas a quienes considere, por esto es poco lo que diré de ella, sólo lo que me ha sido permitido:
La Bruja Malhuba es aquella que malhubo de haberla habido.

Dos preceptos me ha dado ella para su presentación, el primero fue aquella breve e, incluso para mí, inquietante autodefinición. El segundo fue que mienta en el título de la presente nota. Es por eso que so pretexto de hablar de ella, terminaremos hablando de usted, querido lector.

Es cierto que he mentido burdamente, he aquí presentado una incógnita que ya fue pobremente desarrollada en el texto. Si es usted comprensivo, sabrá tomarlo como una pequeña picardía de la bruja para romper el hielo. Yo, como buen conocedor de sus métodos, sé muy bien cuál intención ella esconde detrás de este que fue su segundo designio. En definitiva: poco importa realmente quién sea la Bruja Malhuba, lo único importante es quién es uno ante ella. O dicho de mejor modo: Quién sos vos, lector, ante la Bruja Malhuba. Es eso lo que me pide ella, y sería pura especulación mía la de arriesgar una respuesta, cualesquiera ésta fuere. Queda fuera ya del perímetro de mi competencia (no del tuyo... no de la Bruja...).

Sólo para finalizar, recordaré que uno puede ser creyente, agnóstico, ateo o indiferente. No creo necesario sermonear acerca de mi propia inclinación, cada cual sabrá advertirlo a su parecer. Pero si me animé a este texto, es para sentar precedente contra los brutales, soeces, y hasta caníbales cultores de la Indiferencia hacia la Bruja Malhuba.

El viejo Antonio

Del viejo Antonio se dice que tiene problemas de memoria. Porque se olvida los nombres, porque se olvida las caras, porque se olvida sus quehaceres. 
En la habitación del Antonio hay una mesa de luz, sobre ella un portaretratos. Contiene una foto, amarillísima, donde hay una muchacha joven de blanca sonrisa. 
Cada noche antes de dormir, Antonio se encuentra con la foto. La agarra, la observa, y piensa largamente. Se pregunta quién puede ser esa bella señorita. Tiempo después, sin poder resolverlo, intenta dormirse. 

Y Antonio confiesa que le cuesta dormirse. Estando así, con la piel estremecida, con los ojos brillantes entre tanta oscuridad, y su añoso corazón a puro galope. Suele pensar que al otro día quitará ese portaretratos para que no le quite más el sueño. A la mañana siguiente, luego de un sueño liviano, ya habrá olvidado su promesa reciente de retirarlo. 

Es que del viejo Antonio se dice que tiene problemas de memoria.

martes, 6 de mayo de 2014

c@rrecci@n p@litic@

Carlitos - Hola Silvina!
Silvina - ...
Carlitos - Uhhh que onda? No saludás más?
Silvina - No me interesan los m@chist@s
Carlitos - Qué es un mochisto?
Silvina - No dije m@chist@, dije m@chist@
Carlitos - ...
Silvina - Qué me mir@s así? 
Carlitos - Que no te entiendo nada
Silvina - No, es verd@d, no entendés nada. Che no tenés cigarr@ de más?
Carlitos - No traigo insectos
Silvina - Idiot@, digo si tenés puch@
Carlitos - Pucha, no tengo
Silvina - Ni un p@co?
Carlitos - Mucho menos! Estás re zarpada Sil
Silvina - P@r?
Carlitos - El paco te revienta la cabeza
Silvina - Con vos hablar es imp@sible
Carlitos - Con vos todo lo contrario, me estás volando la cabeza
Silvina - Sí, y@ b@sta
Carlitos - Si vos lo decís...
Silvina - Para dónde ib@s?
Carlitos - A la cancha
Silvina - Buen@ seguí nomás para la c@ncha
Carlitos - No te digo que sos una zarpada...

sábado, 3 de mayo de 2014

Palitos

El paquete de palitos crujía en una mano y Buenos Aires anulaba todo lo que se escondía detrás de la intención de la otra, que vaciaba su angustia en caricias que nadie pidió ni nadie se atrevió a rechazar. 

Esa mano revoltosa no la puedo esconder de Buenos Aires, pensaba ella, mientrás el intentaba armar un camino de palabras que le lleve también desde Buenos Aires, usar siempre a Buenos Aires, para resolver el misterio de los ojos que ahora no lo miraban.

El silencio se extendía entre ambos como un paño húmedo, como el cielo blanquecino que los techaba, como si todo fuese una nube arriba, una nube dudosa que no se atrevía a derramar tanta lluvia acumulada, pero tampoco a hacerse un lado y dejar pasar el fuego que por arriba quemaba todo. Ella elucubraba las evidentes similitudes de los factores climatológicos y la tensión suya, la tensión de la mano que se movía una y otra vez en líneas inconexas por su espalda.

No sirven las letras, ni los dedos, ni los ojos, se persignaba él. Habrá algún símbolo un poco menos ineficaz que el resto para acordar entre ambos una mínima comunicación, un acuerdo aunque sea mayormente intrascendente, como que aquí hay una coma, estamos en un espacio de mutuo acuerdo de pausa y reflexión. Pero ni eso llegaba, ni siquiera el cielo blanco imponía un punto y seguido, una gota en la cara, una mínima sorpresa que mueva su mano encarcelada en esa espalda que no la pedía pero tampoco la echaba, y esa gota que rebalsaría el vaso de la demasiada calma que los envolvía, y que le abriría camino hacia un paraguas o a subir un cierre, a desatar al menos el más previsto de los rituales comunes.

En qué nos metimos. Arriba la nube de la nada, abajo sólo el pantano barro arena movediza. Con cuál soga se sale de acá, si el puto cielo no se decide a nada. Meditemos, al menos, meditemos cada cual la situación, tal vez podamos cruzar los dedos, tal vez enhebrar la suerte, revolear las cartas, recuperar para nosotros los dioses perdidos.
En eso estábamos cuando huyó del cielo la primera de las gotas.

jueves, 1 de mayo de 2014

Sólo

Sólo me esperaba el río, no los nombrecitos
Sólo los pajarítos que me iban a hablar a mí de amor (¿justo a mí de amor?)
Y no los extractos de presencias (¿Hay tales?)

Me esperaban todos para abalanzarnos sobre la misma piel
No tu alma cosida con pitucones, no tu alma con alfileres olvidados en los dobleces del cuello

Ahora ya está, me noto herir, y te beso las noches que ni estás
Cierro los ojos, esquivamos juntos a los gerentes de dios
(Si herías vos te cosíamos los pedazos juntos
un dedo, un alfiler, un combate a la migraña de cada tiro en la voz)

Un moño muere de microcentro y me mirás impaciente
Lo que querés es qué? Erradicar mis pausas?
Activar el mamotreto de dedos que ahora huyen de rozarte?

Blancos de cagazo estamos, o al menos yo
Fríos y finitos
Ornamentales
Rocosos
Como buñuelos sexóticos 
recostados en una media
media sin par

Balde de pescados

Son metáforas que no hay interpretación que las alcance. Son camisetas de un brazo gordo y otro largo, uno petiso y otro estrecho: no hay cuerpo que quepa en ellos. De colores incombinables, de abrigo confuso hasta para la más equilibrante de las estaciones solares. Su tela rasposa en gran medida, aunque tan confortable en esas caricias azarosas, de un espíritu conciliador que por poder conciliar se hubo agarrado a piñas con otras ánimas menos equidistantes a la justicia.
De calce desordenado, entallado difuso, etiqueta ilegible, especificaciones ininteligibles, matemáticas disparatadas, ciencias extravagantes.
Expulsado de la comarca de todo lo diccionario, hoy y siempre vagará aquella combinatoria de letras que supieron urdir mis dedos, por océanos digitales inaccesibles y mares de tinta envejecida, dispuestos al olvido, encomendados a una ofrenda a la nada.
La inutilidad del pacto es expresa, y su único efecto caerá sobre aquel extravagante curioso que mágicamente mienta ver un conejo en mi sombrero lleno de aire, de oxígeno voluntarioso, amistado a las patrañas, pero de espesas esperanzas.

Aún

Brindarles el rato por su ratitud . Vendrá ahora lo efímero pensó luego del antes, del antes que nada, y la nada ataviada. Cansado, pero con un refresco en la mente falleció a todos los que mirábanlo y se puso a estudiar canibalismo dialéctico.
Ocho hormigas lo miraron y atribuyéndose un camino hormiguero, lo resolvieron en dos patadas, pero patadas de seis pies cada cuál. Resueltamente adolorido, el pateado concurrió al hospital en busca de un hematoma que lo libre de las obligaciones matutinas del mañana, pero el doctor ahorro, ahorróle la alegría del reposo excesivamente supersupuesto, y lo condenó a una pena de dos semanas de presentarse comprimidos de periódicas tabletas en el jurado de su atacado estómago.
Contrariado, la víctima del punitivo hecho alzó su puño revoltoso y juró venganza por mano propia. Contramano propia dirás, le retrucó una hormiguita que le había quedado prendida al saco. Contradicho hasta por la más solitaria de las insectas, dicen que, aterrado, corrió tan lejos que su camino nunca tendría fin. No es de dudar que sigue aún. Aún espantado. Aún huyendo para siempre

Saladísimo

Se me pasaron las sales de los fideos,. Habré agitado de más, otra vez, las tremolencias necesarias para que caiga el rocío a granel del salero engualichado. Es que será su destino por siempre, el suyo y el de todos sus semejantes, que quienquiera sirva como enlace entre su cuerpo cónico (casi siempre) o cilíndrico (contadas veces), usualmente transparente, acaso invadido por agentes del combate al vaho, cual arroces y piedritas ajenas a su blancura y circularidad, sea quien fuere aquél que traslade ese cuerpo frágil y peligroso a las mañas de la higiene hogareña, que no se derrame Roberto, pero aunque sí eso suceda, que jamás lo otro ocurra, el hecho inflexible e indomable, el hechizo endiablado del contacto mano a mano, dedo a dedo que destrozaría no ya el fortuito y diáfano vidrio de su envoltura, sino enfatizadamente, y con comprometida vehemencia, la suerte de esos errantes atorrantes que se atrevieron a desafiarla.
Y mis fideos, aquellos seres kilométricos como siempre, pero ingenuos como nunca, siguen contaminándome palmo a palmo la vulgaridades digestivas de cada ingestión. Y mis dientes, asediados por la arenosa y atracante novedad, muerden como si cada cual mil cuchillos fueran. Y mi estómago, rebuzna como burro malo. Y mis venas engordan cual grasa de chancho. Mi visión oscurece un año de noches sin luna. Mis dedos se hinchan para siempre.
Una uña se desprende, y cae sola por la madrugada. No la única.