miércoles, 15 de noviembre de 2017

Alunizaciones

Las mismas sábanas, los mismos ácaros
Los mismos besos que se afanaron
Entre pétalos de geranio y suspiros
Tangentes a la turgencia
Revoleados por el planeta
Asediados por el horizonte solamente
Y entre tantos besos cuantiosos
Ese beso último
Como un caballo recostado
Tan distante a la luna
Como un termotanque de miel
Dulce e inconcebible
Como una cicatriz en el cuerno del toro
Ajeno y doliente
Como toda redención

domingo, 12 de noviembre de 2017

La piba de la birome

Cien fórmulas ciertas
Mil sustantivos diminutivos
Durmiendo entre los platos
Entre lagos de silencio
Por sendas sendas de su perímetro
Aparece tan delicadamente por una costa
Tan deliberadamente por la otra
Así de duplicada, así de rabiosa.
La piba de la birome
Qué hermoso su nombre!
Ella escribe con tintas de membrillo
Escritos que no leo sino lamo.
Y al final del banquete me chupo los dedos.
Uno por uno y en secreto.
Hurgando entre las uñas sus letras perdidas.
Y se me dispara la glucemia hasta Dios.
Cada perspicacia de mi miedo se arrebata de a tirones.
Tal miedo a decírselo,
Tal miedo a no decírselo.
A ella y a su nombre tan precioso.
La piba de la birome.
Así como el escarbadientes
Husmea humilde en los pasillos de la muela
Así mi ontología arqueológica de palabras
Mastica capas y capas de interneses
Hasta dar con su cofre de párrafos incendiarios.
La piba de la birome:
Flaca contemporánea!
Ví tus fotos también.
Y entendí que tus ojos pueden ser aún más estridentes
Y pudientes, y dementes, e insolentes
Si se los contempla desde el lado de adentro
Para afuera. Para afuera. Para afuera!
Cada evento de la torpeza se me esparce sobre la cara.
Un rubor sobre mi mueca.
Un motor sobre mi ansia.
Absorta la misma cuando absorbe los frutos de la fruta misma.
Esa que nace de tu toda.
Tu cara toda, tu cuerpo toda, tu mente toda, tu alma toda.
Tu corazón toda, al que no lo conozco yo.
Ni a su situación ocupacional,
Ni a su agrado sagrado,
Ni a su rumbo genérico
Ni a su cubicaje de ganas.
Sólo se que desde aquel suburbio que te bomba la sangre.
Te nacen sulfatos de sigilo.
Te vibran los ojos de pomelo.
Y ese atisbo de uva cuando penetrando en el vino.
Y yo agazapado en mi todavía posibilidad.
Hago entrega de esta intriga que motiva mi misiva.
Así como un llevador de guitarras
Ofrenda su espalda al poder del sonido.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Alucinaciones

Están muy cerca. El aire que está afuera de mi panza, y el aire que está adentro. Son dos aires iguales y a casi nada de distancia: Una piel de panza, el nudo de un ombligo acaso. Pero los iguales se difieren en la situación siguiente: El uno anda desnudo, el otro se ha disfrazado de mí.

Amar a alguien sin conocer su presencia.
Elegir una empanada sin saber de qué.
Entrar en la casa de un desconocido,
que el desconocido muera de un infarto,
y quedarse a solas con la casa del otro que ya no.

La montaña y mis ojos se miran.
Por encima, un cielo de confusiones climáticas y ontológicas.
Por debajo, dos litros de alma embotellada y unos pies de sendero.

Ocurre que una mujer sabe inventar humanos.
Pero el hombre en esa treta no difiere de una pava de metal.

Alguien haga sonar esa consciencia
Que tanto necesita pronunciar su palaba
Alguien destrabelenguas de la momia del habla
Aquella poesía tan sola y despreocupada

No comprendo la pregunta que me hace
¿Qué opino sobre mí mismo?
¿O qué opino sobre mi mismo?
La respuesta:
En todo caso
Todo poema es erótico
Menos éste
Menos esta peste y su orquilla.
De todos modos
Gracias, y ojalá.