Tratado de la presencia y personalidad de los dados
El dado, ¿fenómeno transeúnte y tripulante de los cubiletes, o maleficio de su esclavo, el azar?
Maleficio, vocifera una acordeona, refugiada en un aguacero de aromas importadas, pajaropeyas de los Niuyorques
Desde mi terraza enseguida veo las hormigas astronautas que se escaparon de la luna para verificar que las plantas me estén cuidando debidamente
La planta erguida y apuntando al cielo con una rama, herida en su orgullo putea la regadera y se le escuchan cosas como éstas:
¿¡Todo es un poeta ahora!?
Me riegan y me enjabono con poeta
el jabón me hace espumas poetas
me entra en las hojas poetas
el jabón me hace espumas poetas
me entra en las hojas poetas
quedo toda empapada y toda empoetada
si esto sigue así, así no sólo soy
y me voy sintiendo ya poema del poeta que me rodea
inexisto así demasiado de más
no tengo una frase que me saque de acá
y me voy sintiendo ya poema del poeta que me rodea
inexisto así demasiado de más
no tengo una frase que me saque de acá
ni una soga que me anule este vestigio del que me impregnan los desafortunados
muchos insectos a su alrededor, seres alados y sosiegos
la miran así de sosegados y los miro escucharla zumbando
que ahora les grita por la patria revoleando sus pétalos
sosegados pétalos de flores que nos gustan a todos
insectos y demases
Te miro plantita canchera
tu alma desnuda se nota
a tu corazón le anda faltando un violín
decime quién es tu dolor