viernes, 29 de agosto de 2014

higo

higo parco infectado
narco anarco con agujas
díscolo fulgor
una lengua que despotrica
una blusa que se entrena para acertar
acertar los tiros

parece mentira
horda sin lema al ritmo del vaso
incurrir en omisiones ¿es la solución?
lengua que amalgama
asoma en caravana
a los tiros

exultancia a la vista
chocolate frito y ofertado
koalas que aparecen y llueven
como una pregunta mojada
¿quién acá no murió de desamor?
estrellas de las que hay arriba pero están abajo
y un consejo:
nunca quedarme sin ellas
estrellas o palabras, jamás sin ellas
nutrir de la noche
nutrir de la ciudad
nutrir de los teclados
de las botoneras que sueñan que suenan
de los enormes baldosones, sus bordes oscuros
de mi caminar, que ondulando los cordones va

me ato
el cordón de la zapatilla con el de la vereda, me ato
y ahí quedo derivado de vos
frutícola ave sin nido
que vuela peinando arbustos
mirás y enfocás tu mira
republicar la república
tu estirpe de trípode
tus manos de ganzúa
tu voz de cereal
pidiéndole al pozo
que devuelva los huecos
que supimos conseguir

miércoles, 20 de agosto de 2014

barro renglón

te rebúzno hoy, basto renglón
te obsequio hoy mi graznido de pato 
mis hurras de brujería te regalo
te reparto ardiendo los buzones de cartas tiradas
yo, uno más que no entiende lo que hacer
yo, uno que pide, me hacés la comida? me hacés un favor?
yo, pícaro fulminado
yo, pingüino petrolífero
yo, auspicio de risa de varieté
pero cilindro mortífero 
donde habita el cínico
donde agita el cónico
donde está un changuito soñando
silencio que el changuito duerme y sueña
venís titilando en tu nave 
en tu órbita oblicua
arribás arriba, pisás mi arena, plantás bandera
un dedo manchado de vino
una casa de lajas 
vértices que transforman o puedan transformar un cuadrilátero en un cuadrúpedo 
polígonos que se vuelven caminantes
y la tormenta en un cincel de protones
la lluvia, su rostro de agua, su pata en el suelo
podemos preguntarlo todo
podemos fugar a lo que jugábamos
podemos pitar las semanas
podemos hundirnos a bordo de lo peculiar
podemos apoyar los labios en silbatina al denuedo esfuerzo de los sitios sitiados
podemos levantar paredes de caldo
repetir malentendidos mal entendidos
repetir mi condición de desorientado
repetir las férulas que abanican los calores paquidermos
usar biceras que espantan al sol
usar las vísceras de un poema largo y maldito
usar un escondite
un brazo bravo del río
un desequilibrio
enunciar
lo encima
de la calma

visto

lo ví
lo ví morir
una lluvia de bálsamo se aprovechaba de nosotros, los desprotegidos
moría el inocente y estábamos allí, como los dedos rebuscados de una mano ajena
como las falanges desprolijas de una mano equivocada, así nosotros y él moría
él y sus dedos, dedos verdaderos que cesaban de apretar

yo presencié la muerte
su corazón apretujado por dedos de otro
siluetas estrujando su alma de mameluco que se iba
su cabeza giratoria que se cae
su cuerpo que se hace pelusa

el tiempo es demasiado ancho para cualquier vida
las vidas resbalan, las vidas se caen
enfrente mío, que a veces me digo
no des bolilla al bolillero, me digo 
como si tiburones de pimienta no estuvieran atravesándolo a cinco metros
como si no tuviese enfrente un hombre ahuyentado
como si fuese lícito brindar por la escaramuza
como si no trayese yo piel avícola

se desnuca el santo delante mío
y recuerdo al sol y a mi ventana,
a la luna y a mi terraza
y desaforo ante lo dicho
desaferro lo dicho de mi dentadura
aprieto un párpado
no miro nada
yo no curo con los ojos
pero sí lo veo y lo veo irse
se va con música en los ojos
sordo se va también
y aunque nadie pregunte nada
refuerzo
tener música por ojos 
y tenedores por orejas
o cucharas vacías por orejas
enfatizo y respondo a nadie
que aquello es la sordera

callado y necio lo grito a un mundo que permite descansar en paz
sólo a los muertos
y a los cansados ni minga
a los muertos y su soberbia de extenderse para siempre
muerte de los hombres, qué te diría yo?
que no sabía que era cierto
que vendías migas mágicas
que mentías a la oscuridad pero nunca a los mentidos
que te salen luciérnagas en círculo
a sopesar las llamaradas
y que una noche cualquiera
te llevás a uno cualquiera
que quizá se iba siempre
con una diferente
hasta un día que se fue
con una diferente