domingo, 22 de abril de 2018

Las cosas

Estoy tan lejos de verte reír. Tan inusitado, tan abismal, tan incierto, batiéndome en una hoguera de ajenos consentimientos. Es extraño decir que es extraño este tubo que transporto como cuello, y que sirve de autopista a mi sangre y mis ideas. Pero no soy yo el que viene a asesorarse, sobre cuál es el origen de estas meteorologías contemporáneas.

La niebla porteña se descosiera a flechazos, si tan sólo yo estuviera arqueado, pero desde mi posición sin flexiones, y con el tumulto de mi carne sellando mis huesos, hace que no tenga ya más tiempo yo para conseguir el conjunto de acciones de mis dedos que le ordenen a mi alma que siga ella limpiando estos cristales, para poder retirar mi cuerpo a dar un paseo. Sin alma, por supuesto, que se queda laburando ella que ya está grandecita para mantenerse sola.

El siguiente fue el instante más cruel de aquel segundo, pero siendo honestos a la significancia de tal escala, qué cosa podría decirse del valor de esta información.
Un ejemplo de su preponderancia: La actividad de verse al espejo podría llamarse espejijsmo, pero no, pues cuánta opción tiene el que tiene sólo dos?

Doble me fluctúa la niebla y sus torres de agua gasificada, se me zambullen en las narices orificiosas apenas mi pie asoma su dedo primero a la chatarra de la intemperie, mientras sus semejantes maniáticos evitan todo ruido interponiéndose entre su origen y su sensor espiralado.

Ese era el lugar más lejano a la razón, en donde los fantasmas se dibujaban a sí mismos. ¿No te lo dije? Oigo voces de fantasmas que me piden que me calle. Yo me niego a descifrarme, no traigo cifras de interés, sólo entretengo al distractor y me conmuevo con sujetos que no tienen solución.

No soy parte del festejo, ni un cerebro ni una nalga. Tengo el pecho en un desierto pero el corazón atrapando trapos, y el alma limpiando vidrios. Soy el motivo de un secreto, soy testigo de mi rastro. Soy antiguo a mi futuro y le doy miedo a mi pasado.

Ínfimo cielo, escuchame lo siguiente: ¿Es también la muerte la que explota los globos?

¿O soy yo quien está confundiendo las cosas?

miércoles, 11 de abril de 2018

El espejo recorrerá todo mi espacio sin hallarme

Me ignoran mucho, oh, cuánta ignorancia
Limpiando los vómitos de lunes a viernes
Los sábados se me mueren
Y a los domingos se los ama como se ama a Dios
Al deseo no se lo inventa
Se lo milita

Nunca me enamoraré pensando
ni en vos, ni en besarnos
ni en ninguna maniobra que se tiente
por debajo de la cara
Acaso será trekkingueando dedos
En la cima de tu pecho
y sintiendo la presencia del misterio
como si un ojo se posara sobre mi alma
murmurando tu mirada
por su iris vertiente
"no te hagas desilusiones"
diciendo y alejando sin mirar ya nada

Frutas y frutos frotas fritos
Sobre mi religión, que es tu espalda
Profeta suave de la mañana
A quien le confieso y le creo todo
Mientras tus ojos se duermen
¿Me creerás que te creo?

Hay formas posteriores de concentrarnos en conocernos
Intercambiando los siglos que llevamos en los bolsillos
Asaltando a cada instante terrorista
Intentando toda figura que nos constituya
Disfrazando las pieles con haces de luna
Sustituyendo sapiencias por dudosas porfías
Ventilándonos la sangre bajo un cielo arrasador

Pero
¡Se está muriendo gente que nunca se había muerto!
Estallé la miel contra la frase
Y perdí unos mocos comprendiendo
Que el estornudo es verbo sustantivo
Cuando debí ignorar tres cosas solamente:
- No puedo verme a los ojos
- Siguen saltando sobre mí seres eternos
- Detesto los puntos suspensivos...