viernes, 21 de septiembre de 2018

Traído de los pelos como un período de anonimatos

Che perro, vos que te instauraste como interferencia en esta noche invisible, donde sólo mi horizonte son paredes, donde recuerdo cuando el azar me hirió los dientes y galopó por sobre mi muralla, en cualquier lugar de ella, luego de ella hay un sencillo lapso de cerezo caído.

El perro me dice:
"Si le dicen invertebrado, deténgase, preséntese, muéstrele sus costillas, que para algo le han cosido la piel con huesos, y así sos el borrador de un vértigo pródigo. Dudo del pleno siglo que se prende a tu imaginación sin invitación. Palpite la justificación del no, con el meñique meneador que es la imborrable exclamación de su falange."

Oíme lo siguiente can, que si voy a remolonear será en remolinos, que si voy a madrugar será un mendrugo, que si voy a amaestrar una palabra será interín.

El perro me dice:
"Vos me hacés jugar, pero si mirás más simple, verás más doble. No me mires ahora así, es una parábola, pelotudo. Ponete todo lo borracho que puedas, hasta que puedas husmear la arquietectura de cualquier comisaría, y ahí cuando estés sintiendo el olor del café podrido del yuta que tiene que minimizar el solitario para mecanografiar el acta de tu detención, será un buen intervalo para reflexionar en que todo eso no ha tenido ningún sentido y que el sentido es algo que en ocasiones como tales se erige como imperante, y que todo imperio presupone un poder, y todo poder una resistencia que luchará incansablemente por hacerlo caer y tomar el mismo, y ambos serás vos, con el alma como metida en un zanjón."

No voy a subjetivar sobre los abusos de tu textualidad, perro que muerde cuando ladra.

"Serás recordado sólo por el acueducto dentro del cual una corriente primorosa y permanente como cualquier otra arroje sobre su contundencia líquida los restos de tus ideas, cuando ya no exista otro resto de restos para disipar sobre la unidad del otro."

lunes, 3 de septiembre de 2018

Nosotres hemos

Cambiaste música por alguna cosa declinable. No me olvidaré jamás de aquellos ojos que vendrían rotando desde hacía siglos en miles de mentes como aquella mañana, la mía. Pienso que no tengo que pensar por qué tus cambios de colores, por qué de tu razón camaleónica. Pienso que no tengo que pensar que me intuís poca cosa, desmedro de gajo de rodaja de migaja. Pero te quiero ranchar, desearía rancharte toda! Rancharte toda la casa algún domingo de la hermosura. Recostarme para siempre en tus prominencias tuyas, y que cada cual haga sus cosas, o que juntos las nuestras. Cada estímulo se bifurca en mi cabeza como dos diodos contrapuestos pero contagiosos de lo del otro. Sigo así y pronto relajar necesito. Pronto pido, dame cancha. Dame bola, dame la bola, lanza, lanza la bola chica. Quiero danzar la bola, quiero que juguemos a que uni es el otri y no entendemos nada y jugamos y ni entendimos nadie y jugamos a juzgarnos, quiero de eso, quiero juzgar con vos a que jugábamos a nosotres tres, vo y yo y nosotris trus.
¿Y te puedo conjugar? Dale dale dale
Yo te jedo
Tú me jedes
Ella le jede, él le jeda
Nosotris nos jedimos
Vosotros os jedísteis
Ellos se jedan, ellas se jeden
Y por aquí insinuando este manicomio se instauraría la cosa de los vientos, el condominio de los deseos en viaducto de la rotación terráquea, inmensos ductos del prototíupulo semieje de compensación láctea y conspiración solar. Ningún pasadizo alguno dictaría más negrura que la de este espacio baldío atiborrado de vacío. Iremos a través de este puro naufragio como espermatozoidas eyectadas hacia la altura de la luna, atravesando todo lo nimio y venenoso galopando por el pasillo de los camellos de la suerte y su cielo y sin más abecedario que nuestras voluntades, quienes huyen por el raso mérito estelar. Pero si mi muerte me manda un wasap se disipará todo a la verga, disputándose mi carne entre algún sonido sordo y mi ruido último, como si la sagacidad finalizadora dependiera sagazmente de la calma calmante.
¿Cuánto tiempo llevo aniquilándome en la tierra?
¿Cuánto dura esta balsa que gotea las duraciones de los acontecimientos? ¿Es la barca goleadora del tiempo, o sólo su puntapié inicial? Le hundiría los flotaflota de a mordiscos de colmillos poligámicos con amor a los sabores.
¿Qué digo?
Que hemos
Que no sé cuándo ni cómo
No sé si sigue o no
Ni sé menos qué hemos qué
Pero sí sé eso, que no es poco y es mucho quizá
Sé que hemos
Habrá quien no haya, pero nosostres sí
Nosotres hemos