Qué poco interesante es uno que no lo es. Se me hace un lagarto en la cabeza que me lengüetea lo que dije. Me borra lo que ya hablé y su saliba blanqueadora deja mis anuncios, antes opacos y sombríos, ahora traslúcidos e intocables. Qué oreja podría rozar mis sumbidos ahora, lagarto maldito, lagarto líquido, que ahora el aire es arena, y donde había comunión ahora hay desierto. Qué pesado se me hace el piso que ya no lo puedo levantar más, no me puedo levantar del suelo jamás. Brindo desde aquí entonces por el subsuelo y por el cielo, los dos panes que me ensanguchan para hacerme saboreable, y brindo por todos ustedes, que me rodean como trozos de lechugas, como rodajas de tomates, o como vos dulce compañía, que sos un pepino pero me importás mucho más que eso.
Las estrellas de sésamo se van cayendo sobre nosotros, como lluvia de meteoritos que vienen alegremente a nuestro encuentro, a hacer algo con nosotros, regocijarnos, acongojarnos, quién sabe, pero alguna cosa al menos, ahora somos vos pepino y yo y alguna estrella desmedida entre nosotros.
Y el sésamo estrellado contra el subsuelo se esconde, las palabras mágicas salen de tu boca, las palabras obvias de la mía, ábrete sésamo, ábrete para nosotros dos, y el sesamito obediente se construye un surco, se riega de risa, se siembra se cosecha solo, y toda esta parafernalia hace crecer pastito de pistacho a mi lado, y hace florecer chimichurri cerca tuyo, y yo corto un ramito para vos, un ramito de chimichurri que te coloco detrás de tu oreja de pepino, y te reís más, te parece graciosa la verdura, me río también, como si no lo fuéramos.
Qué bien se la pasa acá, en este pasillo alimenticio, bajo esta bruta luna de limón, agridulce luna para mi gusto, pero que te hace más lunática, más agradable a vos para la degustación final, para la mordida del futuro paisaje ajeno, del futuro hecho diente, la muela corona de oro, reina de los mundos, el sol odontológico que a mordidas nos recordará que aún el mundo es un simple sánguche, que nuestro encuentro de ensueño era solamente para su caprichosa delicia casual, entre mate y mate, entre bizcocho y bizcocho, un sanguchito para el alma, supongo que dirá, antes de tragar.