viernes, 15 de septiembre de 2017

Ladera

Monolito monolítico, teneme un poco.
No puedo resolver el método sin alitas de ñandús.
Una seca y me apuné, ya que crecía bajo mis pies un abismo abismal.
Una seca y me apuné, mientras el fuego prendía fuego la pava.
Hirviendo - el agua para que no quede - Ir viendo.
Una gangrena en el alma, una sangre que me bardea.
La ladera de tu boca que me mueca.
Me decís algo oigo cualquiera.
A la frente muerte un valor que se le invita. O algo así.
Sonrío apenas pues no quedar como un boludo.
Así es el posmo. Sos deseable o desechable. Unadedó.
Y una libertad se escapa de mi pecho y empuña su frase:
Un miedo que existía se falleció.
Una mano en el bolsillo colmillo, de mi suéter que deglute éter.
Las pestañas sueltas naufragan sobre una mejilla. 
Buenos días igual, ¿o no? ¿o seguimos cansando dolores y rojizos conjuros?
Cuento cada uno de los símbolos de la mano que se tiende.
Torpeza y risa son mis idiomas.
Me repregunto, me repregunto...
Un qué lo que me ata? Un qué lo que me mata?
El ritmo del arruinamiento, la palabra error, y tantos adjetivos que me caen como el orto.
A cada razón la anda persiguiendo su desmesura.
Y a cada secreto lo anda buscando una poesía.