sábado, 23 de marzo de 2013

a veces siento de que


Primer acto
Te visualizo, mujer, en tu lugar tan tuyo, agitándonos a todos desde tu tarima, tan ridícula y hermosa, tan cancion de sirenas, que se me bailan los pelitos de los brazos, que me palpitan las rodillas y el corazon se me tuerce por el codo, que se me entumecen los pulmones entubándome un misterio, esperando tu pequeña señal, esa muequita que me arroje nuevamente a la calma, que me deje sujetarme nuevamente por fin, un minuto de descanso, que un pie respire aliviado y el otro suspire a su lado, las orejas impacientes murmuren tu nombre, y los labios... los labios se me salgan, se cuelguen de la escena, escupan, rompan todo, se sindicalicen se prepoteen se luchen se desmayen tres dos uno: paz, paz de nuevo, los labios nocaut yacen en mi cara, recostados, aunque aún atentos, enfierrados hasta los dientes, apresando a la lengua que me pide y me recontrapide que ya está todo bien, que ya nos vayamos a pasear por ahi o a pescar tomates, pero dejemos por fin a nuestros labios tranquilos hacerse el amor de una buena vez.

Segundo acto
Cómo te vuela el corazón, chiquita,
tu corazón que vuela me vuela la cabeza
Me das ganas de tantas cosas
estrujarte hasta el desparpajo
y que tu piel palpitante se me pegue a la mía
y no sé lo que nos deparará la vida
pero que todo este invierno sea bajo una manta 
comiendo empanadas empañadas 
vivando a la vida
con mi cuerpo intencionado sobre el tuyo
sobre tu monte de piel floreada de poros
y por cada poro tuyo un deseo mío
y que todos nuestros poros se desorganicen
una comunidad de deseos que se desean
y sacrifiquemos algún deseo pequeño
para fumarnos un porito
y no cansarme nunca de repetirte
que tus ojos son de nuez
y tu nariz un pajarito

Tercer acto
Pero qué suerte malita la nuestra
Que seducido por tu cielo, que es tanto
me rebusco un escondite bajo las nubes negras
Y cuando a la sombra de un espejo se nos cobija el alma
el espejito va distraído perdiendo sus reflejos, 
finiquitando la memoria, ese puñado de arena con alfileres.
Y qué lejos quedamos de descorchar la epifanía de un suspiro
de entender que el amor es urgente
que lo necesitábamos para ayer 
y no le tenemos ni pa' mañana

Cuarto acto
Y lo unico verdadero a esta altura
es mi taza hechando azucar,
esta taza echando hechando
al azucar de su alma
Y lo dulce de mi suelo
es lo amargo de mi taza.
Repito
Lo mas dulce de mi suelo:
la amargura de mi taza

Recapitulando
Me he vuelto envuelto en toda esta espesura, en esta pecera de borrosa materia, de sonora y única manera de sujetarme de ella, atado a sus curvas, orientado al prefijo detonante de su fondo, desorientado al sufijo comediante de su mar, donde todo giro que vibra parte de vos y de tu moverte, de tu dedo roedor que en rededor me redondea, de tu fachada fáctica, del recorrido que me sugiere la gloria de escucharte cabalgando en una tiza, o remotando pajaritos al cielo. 
Eso es lo que quiero. Que seamos pajaritos. Que cuando cantemos se acabe la posibilidad de morir, la posibilidad de tener fin. Que nos desenrollemos al futuro, ese traidor de todos los tiempos. 
Permiso futuro, vamos a pasar, sin tu permiso.

domingo, 10 de marzo de 2013

yacaré


Tengo el adentro del esqueleto repleto de corazones, de mis pulmones ya violetas que ya ni respiran mas ya sí palpitan y ya laten y se desdoblan en células de mitocondrias hiperactivas que se superponen, que se hinchan, y van más allá de toda constelación inflamada, apresurando su carrera estrepitosa por morder una burbuja, una migaja de aire suspendido, de viento quieto y reflotando, de oxígeno perforado por el devenir de este agujero llamado yo que presume de su infraestructura, que valida su invalidez ante la nada, pero si apenas pudiera despejarla de todo eso y espejarla de todo esto, si por lo menos pudiera en ella transparentarme, así podría escaparle a esta ardillita que se las trae, encarcelada tras mis costillas, y nunca sin murmurar apenas algo, sin sacar afuera una gota de voz, un hilo fonético alcanzable, aunque sea a rasguñazos de ardilla, pero consiguiendo estar más alcanzable que esta lejanía, que este mal augurio de la suerte que no me deja colgarme ni del meñique de la punta de tu oreja, que no permite protegerme ni preservarme, que me prohíbe congelarme lo suficiente como para latir un poco más normal, palpitar sin más exageración que de vez en cuando, y ya.