jueves, 31 de diciembre de 2015

Vaganc

Vagabundear las tonalidades de la existencia es bastante de vago. Es prácticamente el intento del vago, el quehacer referido a la inacción frente a la sobrepoblación de sentidos que construyen ciudades enteras en la tiernísima arena de nuestra banalidad. Es de fe religiosa el ensayar sinónimos a la actividad primigenia, es de ciencia desmentir e inmolarse ante cada grano de arena en búsqueda de su finalidad.
El vago no sólo asedia a la utilidad. Es peligro también para la receta de la vanidad. ¿O acaso es posible organizar un concurso de vagos a ver quién es el más? Mas bien que no irá ninguno, ya que era tiempo de probar un colchón, tirarse en un costado, jugar con el enfoque de los ojos, arrastrarse a algún sillón, o cualquier otra posibilidad. Pero a todos será estéril la propuesta, tener que ir para salir campeón.

que sí que no

Todavía no me doy tanto cuenta, pero estoy en una escena, esto es una innegable escena de algún sueño o pesadilla en la que estoy yo parado ahora, en este trémulo rapto de consciencia. No me figuro gritando lo que ya tengo, y mañana diré al psicólogo, o quien oficie de aquél, ví gente vigente, lo recuerdo muy bien. Pero siendo ahora el deseo seco de continuar la senda que venía desde mucho antes, se disuelve por incierta canaleta la consciencia y sigue el puro devenir, ese que nada puede decidir.
La tos de la admiración captará tus reacciones, al instante en que sepas en que la fascinación movía sus ojos en todas direcciones buscando dónde herir. El estornudo de la animadversión sobrevendrá después cuando sepas que siempre digo que no pasa nada y luego pasa de todo. Que en Olleros y Amenábar te espera un rayo brilloso que tanto lo imagino que parece que ya lo oigo. Y obtener de nuestras mochilas un captor sonoro y brindar nuestros bomberosos oficios a la caza que imaginamos y nadie recompensa.
Según las gotas que caen de mi cara, hace un momento atravesó un doloroso llanto por mis mejillas. Qué culpa arrastrarán desde tan lejos mis ojos? Un ojo que mira a otro, de diálogo imperdible: Quién sos? Qué pena padecés? Por qué llorás? Un ojo que sólo es poco para una cara, de trayectoria insobornable: No lloro para nada. Y de haberlo sabido, hubieras hecho qué? Si tu silencio se prorroga: Viste que no había apuro para nada? Y si tu silencio se acaba: Cae el segundo ojo, ahorcado por alguna vena, transimitiendo en vivo y en directo imágenes exclusivas de la defunción.
Entonces despierto ahora, acabándose el sueño. En aquél los ojos se desprenden de mí, y eso que veo son mis pies. Escucho una voz dulce, ojalá me hable a mi, todavía no lo se, no lo conozco o no lo entiendo. Pero la voz es de la mejor estrella, esa que va sin rumbo iluminando la negra noche del infinito, esa que va sin armas arriesgándose entre meteoritos. Esa que es casi no narrable y me aparta con un golpe de magia del renglón.
Caigo, lo sé porque mis ojos rebotan nuevamente. Cueglo de un árbol, ahorcado desde la madera hasta mi cuello. El árbol a su vez, cuelga del planeta como un campeón del bosque. De un bosque donde habitan los campeones. Si la voz fuese conmigo le respondería tal vez, no importa nada que la cerveza sea poca, morámonos de perfil al sol, que yo no estoy atado ni atrapado y vos mucho menos que tampoco, y esos de abajo son mis pies, y aquí los dos en Olleros y Amenábar, no es tan difícil intentarlo, arisca e intrépida hazaña mía que no ocurrió.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Oda Suave a la Rugosidad

Vení desmentime, acotador de los derrames, te digo que a la utopía la ví de cerca en un sueño, era clarita su forma naranja, y una procesión de hazañas la recubrían. Decime acaso, buen viaje no deseado, si hay interpelación en el condenado a muerte muerto del susto al ser enterado. Aparecete rengo de razones, abejorro despolinizado, embaucador de los bibliotecarios, ofertame cuáles son todos los libros que hay que leer. Dichos los versos desde el dofón de un pasillo sin puertas, el acceso más desprolijo al corazón de los extraños. Así como cuando trato de comunicarme con los peces, y sólo me salen globitos.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Un litro de origen

Empecemos porque me está latiendo el corazón bastante, sólo por haberte imaginado o recordado unos instantes. A partir de cierta prolongación de la nada, la imaginación y el recuerdo parecieran ser convergentes. En esa escena, recreo puro de mi mente, hablábamos citados por algún encuentro casual, admitiendo como propia esa reunión del destino, sentados en una escalera esquinada, y mirándonos a los ojos lo necesario, es decir, muchísimo mucho.
Las palabras no se imaginan ni se recuerdan, menos cuando la percepción nos está proponiendo explorar una dimensión incierta. Pero tus pelos revestían colores y los míos, inquietud. Y eso no es poca cosa, y hace latir el corazón bastante, sin más razón que esta fiera intuición.
No recuerdo ni imagino el diálogo, y al mismo tiempo no dudo en que podríamos definir ahí mismo que el amor puede vencerlo todo, nuestra propia cultura y geografía, nuestros propios juicios y prejuicios, nuestro propio presente, pasado y futuro, podríamos estar dictaminando en aquella dimensión, recostados ahora en el descanso de la escalera, en el cenicero del universo, que el amor puede ser transversal a todo, y arrasar toneladas de explicaciones con un beso suave y cómplice en donde empieza la otra boca, la boca del otro.
Podría ser así como también no, como también mirarnos de verdad y entender que de verdad hay túneles que son fenomenales pero conectan avenidas espléndidas pero que nada que ver entre sí más que el curioso túnel que las reúne.
Sólo quería reflexionar lo imperdurablemente hermoso que pudiera ser tal momento. Inútil es enfatizar lo poco plausible que sea cualquier adivinación de los adivinadores, pues las explosiones arrojan adoquines adonde uno nunca imaginó, ni jamás recordará.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Dice el grillo

El grillo dice que sabe de tantas historias de amor que por cada una lanza su canto.
Que por las tardes se apacigua para redoblar esfuerzos,  y por la noche retoma su rito, porque es entonces cuando el amor destroza a las personas.
La luna llora hasta en los días sonrientes, dice el grillo.
Un sujeto se le acerca y le consulta sobre la bolsa de comercio.
El grillo se apacigua, como por las tardes, y le convierte en oyente con palabras como éstas:
"Entre los polos el desacuerdo es magnético. Se monta como revelación sobre nuestro idioma, bajo el cual nos demolemos como las dinamitas que dinamitan los noticieros. Las injusticias nacen por la oreja, y son a solicitud de un monstruo que se hunde como minero en cerro de barro. Como monigote en montaña con laderas de pantano y de caídas en ascenso. La bestia pisa en falso y se rodea de espejismos. De dolores por adentro de la cabeza que no se pueden quitar ni soportar. Un hueso que se quiebra permanente y ruidoso ante cada figuración. Siempre seré un breve cartel torcido, o erguido como se pueda, entre las ruinas que componen el oxígeno del planeta, y los misiles que disparan los agilizadores del momento. Los que estigmatizan toda aglomeración. Mi cuadrado está imantado, hombrecillo, en fulminante desnivel, de suelo movedizo.
Para huir de acá no intentes nunca nada. Nunca nada más que tu propio invento."
Y el grillo siguió cantando pero el sujeto ya se había ido por la mitad.
Nunca más se lo vio por aquel lugar, por aquella noche, por aquellos ojos de grillo cantor.

martes, 1 de diciembre de 2015

La Imposibilidad

¿Cuál ha sido su respuesta ante la certeza de bombardeo?
¿Qué sigue? ¿Qué hay en su mente?
Asomada la policía de los tinglados ¿cuál paso es el que le sigue?
Le tiemblan los quesos, le azotan los adoquines entre la niebla
Módica música de moda que no es mito
Par de hermanos que se le figuran sospechosos
Como en un folio olvidado bajo la cama
Como la música que promueve la cátedra del sapo que salta y canta
Cuidado con el queso rallado, mucho cuidado hay que tener.
Sobran acusaciones sobre el montaje de los fideos de entremedio
Falso fideo, plato frío, salsa con agua.
Milésima de segundo que se entromete.
Finlandia, queso país.
Napolitana, salsa ciudad.
Argentina. Buenos Aires. Comen sal.