sábado, 19 de septiembre de 2015

Amarillo colorado

Se me han atisbado los matorrales de avispas avispadas por la embriaguez de los elixires de alguna miel aledaña. Estas avejas que me zumban la paciencia sin disiparme ninguna duda, me alborotan los pensares cual burbujas en remolino para un pez perdido. El grito se me despega por los bronquios, navega y naufraga por milenios durante mares de plenitudes vagas. Atraviesa el espacio de lado a lado, pero el espacio siempre es el mismo. Nada es ameno por acá, se dice de por aquí. Los vecinos son los carros hidrantes de la pelotudez. El pececito es aquel vacío eterno entre un punto y otro de la misma recta imaginaria e inimaginable. Fanatizarme por su cosmos es lo más peligroso que me ha ocurrido últimamente. Pues entonces pueda ser que un día deje de describir las imágenes que aterrizan solitarias en el desierto de la ocasión ocasional. O tal vez aquel que me dicta las vaguedades siga insistiendo hasta que ya no quede una sola palabra remanente. ¿Habríamos entonces vencido de una vez al diccionario? ¿Cuál carrera es ésta, la de los velociraptores de la codificación? Yo codifico, tú decodificas, ellos nos cosifican, nosostros nos descosificamos. A nuestro alrededor llueven meteoros de hielo congelándolo todo. Ponemos pues nuestros espectros al sol. Broche y soga, un sólo corazón.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Por si acaso ni un gesto

No es que no rime. No es que no pegue. No es ortográfico ni gramático. No es la oración, la palabra ni el verso. No ocurre cuando la lectura es oral ni mental. O la escritura manual o maquinal.
El gesto es permanente y perturba. La cerca está cerca y perturba. El mono, su navaja, y lo mismo.
Los glaciares circulan por donde hace frío, el frío circula por donde los glaciares.
El maní se pela y se obtiene su tesoro, el maní.
Ídem. Ídem. Ídem.
Desconozco los licores de la grandeza. Crecí sin.
Un sujeto me sujeta, le digo hijo de puta.
Un perro me lame, me promueve la psicodelia.
Un fehaciente me fabrica interruptores en la comprensión, pero no le entiendo.
Le tiro sal y le inyecto ciento ochenta epitafios, uno por cada dolor versus quien amé.
Tristeza de profesionales.
Me refugio seguido en lo inutil de sumar besos para restar penas.
En dar una mano a quien me da la mano. Mano ajena danza alegre entre mis dedos.
Las flores pifian su conga entre mis macetas.
No las riego ni que me rueguen.
Para cada planta soy flor de hijo de puta.
Para un perro que no tengo soy re capo.
Para un gomón soy el náfurago que no rima con sus remos.
Y allá ya llega el otro tomo que retoma el tema.
La noticia de mis harapos sangrando sangre.
¿Y qué tiene tener una pandereta entre los tímpanos?
Si un niño me atraviesa con su risa, yo le digo risa de niño.
Si desconozco los modelos de la impaciencia.
Si ansío cada cosa que pienso.
Si discurro mano a mano con los adornos.
Si mi piel se va a dormir fulminada.
Y termino esta berretada así nomás.

Controversias de otro sol

Estuve averiguando sobre las estrellas para saber un poco más de tus ojos. Pentáculos perimetrales fanáticos de la curva total, se desmadran sobre los neutrinos que atraviesan a quien escribe y a quien lee sin que los fotones del poema se anoticien. No existe nada más, ni nada más existe menos. Alcíone brilla cual dos milcuatrocientos soles sobre tu pelo que subraya por encima dos galaxias de ojos que me encandilan su explosión. Enana roja entre cúmulos de labios energéticos. Tus espectros estelares de fiesta, y el estado físico de nuestra astronomía nos invita al deleite orbital. Venga la controversia a matarnos con su calambre de planeta remanente. Polvo fuimos, polvo somos, polvo seremos. A la mierda la madeja existencial.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Enseguida ampliaremos

Ando tras la montaña, tras el consejo de su cuerpo de piedra
Ando tras la noche, tras los recaudos que no toma su luna cuando me ataca.
Ando tras los rayos blancos, tras mis sueños más queridos, tras aquellos que se hartan conmigo.
Ando tras los firuletes, tras los monigotes y cada olvido de los que me acuerdo.
Ando tras el fútbol de mi maraña, tras la nostalgia de mi mañana, tras el futuro de la ridiculez.
Ando tras complicidades irregulares cual vectores fraternales.
Ando diseñándole afiches vulgares a la vida en soledad.

Para hacer uso de mi máquina, uso un método.
Uso todo lo gratuito, uso la poesía.
Uso al día, que es una técnica del tiempo.
Una enseña de que la noche va sin empuñaduras
Un arma fatal para las circunstancias apetitosas

yo soy una situación
vocifera un mamífero de alas aladas
Alas en las alas, yo te ví a vos alguna vez
lo sabés vos, y yo no lo sé
de si vos me viste alguna vez
lo sabés vos, no, yo no
Que es mas fuerte para mí no saberte
Que para vos acaso sentirme vociferado
Es un poder del que aún nada se sabe ni se conoce
El hecho del mantel del desorden


Cortenlán
La verdadera nostalgia en realidad no es sustantivo
se hace verbo sobre el residuo planisferio
se hace vida diluída rasgando la cáscara de la existencia


Este es un mundo mío y si no te gusta
podés tirarle tomates, espectador indignado
andá buscate los tomates
por el mundo de al lado

Aspecto de espectro.
Espectante que especta.
Cuál actor que sos
Aquí entre un único riesgo
Y cierta falacia.

Aquí se toma al escenario como su casa
la escena como su causa
Se constituye el sentido al sentir de sus sentidos
se abalanza la balanza, la avala, la lanza
siendo inverosímil lo más posible
siendo inverso a la similitud con la multitud
inmenso en lo fanático de aplaudir a la cosa


El mundo a veces
administra los adminículos.
Este mundo de ánimas
gordo redondo y traidor


Joyera de las siete
me venís a pesquizar los experimentos
cual un jardín hecho de auroras
con estigmas resucitando poemas entre piedras
aterrizando como un carrusel
que mece al alba sobre tanta ciudad

Diamante entre los dedos, tu mirar.
Mas allá hay unas nubes que vuelan
plumas de nostalgia, se hayan perdidas
entre tantos, tantos cielos
que las van a acompañar


Interrumpir la repetición depende de vos.
Aviso y no traiciono.
Interrumpir la repetición depende de vos.


Tuve tiempo para pensar todo eso
Y tiempo para escribirlo
Y tuviste tiempo para leerlo.
Un ratito en que nos distrajimos de la bala

De vez en cuando cortemoslá con los aprendizajes
no son ellos los faraones de mi entera lucidez
ni cuanto menos su litigio con la realidad.
también preciso descansar y presumir de los clavos que me clavan
los llevo clavados y voy como un museo móvil
de mi propia tragedia.
y también necesito discernirlos de los tornillos
que me retuercen la piel y se ahogan ellos contra mi sangre

Yo museo trotamundos
Ellos, helicópteros de la necesidad
Yo mortero de un refugio
Ellas, psicodelia de la posteridad
Yo, yoyó del hoyo,
Ellos, velociraptores. Ellas, impaciencias
Y yo, bollo del yo.

No nos olvidemos de la bala, volvamos con la bala
cuando nacés, nace también su recorrido.
una bala a mil quinientos kilómetros por hora
empieza también su vida viajadora
a la velocidad de los sonidos
jamás rompe su marcha
para reventarte el cerebro cuando ella cumpla
ochentaitrés años y monedas de vida viajante
y vos los mismos, exactos,
viviendo de monedas de viajeros
mil quinientos
por ochentitrés
por trecientos sesenta y cinco
por veinticuatro
mil cien millones de kilómetros a recorrer
pa enlodar bala en tu sien cuando sea necesario

pero primero banquemos
que vaya y venga
al sol ida y vuelta
siete veces y pico
y nos enamoremos de los planetas
sin pudor

sábado, 5 de septiembre de 2015

Flor de Lirio

Hay eso que mantiene sin vida a todos los objetos inanimados, que no se animan a mayor impronta, la de desafiar al eso y la de levantar sus partes y hecharse a andar.
Confiar ciegamente es confiar con la mente ciega, le dijo un objeto a otro y se hechó a andar.
Necesito de lo inútil y me sobran las carencias, dijo otro y también.
Iban los dos objetos cada cual por su camino y yo los conocí una noche entre barullos de la noche.
Una lamparita y un sacacorchos, eran.
El sacacorchos le estaba tarareando un soneto en clave de amor, y la lamparita lo enfrentaba con un ejército de palíndromos y yuxtaposiciones. Medime este glamur, escribieron en una pared con un aerosol que se les prendió a la joda.
Un trío sin declaraciones, iban gargantas en sus gritos y al hacer yunta con un aromatizador de ambientes, también perfumándolo todo en su pasar.

Y se ponen a charlar los cuatro, a jugar un truco, y la charla iba así:
- Sacacorchos: "Aunque atemos las cuerdas de los relojes y sujetemos las agujas contra el doce, saber que el tiempo rebalsa de audacia y sucede igual. desatando nudos y corajeando las pinchaduras. el tiempo es toro bobo que atraviesa todo como un adoquín enfiebrado arrojado al vacío enfiestándose solo con el propio ardor de su rozamiento"
- Lamparita: "Estoy suculenta como un plato de desilusiones al oreganato"
- Aromatizador de Ambientes: "A veces te quiero decir lo que te quiero pero uso símbolos de otro significado. Perdoname"
- Aerosol: "No creerles nada a nadie. Magna de Ingorantes"
- Lamparita: "Soy la costra quemada un viejo beso lujurioso. Deshecha de insinuaciones y vos tan sacacorchos."
- Aromatizador de Ambientes: "Temo por mis harapos. Huyo."
- Perro que lo escuchó todo, y se metió: "Suelo confundir tenedor y cuchillo y me arrebano tres dedos por porción. Cuando me doy cuenta aún queda un trozo de tarta pero yo sin poder agarrar los cubiertos para recortarla. la empujo con un codo hasta el borde de la mesa, y agachado y con los dientes mordisqueo la nostalgia."
- Sacacorchos: "Pero los perros no hablan."
- Aerosol: "Ni tienen dedos ni cubiertos."
- Aromatizador de Ambientes: "Es imposible."
- Lamparita: "Huyamos todos."

Todos rajaron y quedó el perro que lo escuchó todo, y se metió, ladrándole a los gatos, a la luna y a la brisa que agitaba tenuemente una flor de lirio.